“Lamento si hice algo mal, seré de este equipo toda mi vida. Seré socio del Sporting hasta que me muera. Que todos ayuden al club”.
Estas fueron las últimas palabras de Manolo Preciado cuando se entero de su destitución.
El sportinguismo está de luto. Primero porque se va un hombre verdadero, honrado, sincero, bondadoso... pudiéndolo seguir halagándolo toda la vida. Y segundo motivo, entendible por todos aquellos que han sufrido y disfrutado tanto durante estos últimos 6 años, valoraran lo mucho que significa Preciado para este club.
Lejos queda cuando en 2006, un paisano, decido aceptar el reto de convertir a un Sporting en decadencia a un club de primera. Aquel día se inició una nueva época.
Llevaba ocho años el Sporting desorientado y sin rumbo por la Segunda División. Un equipo histórico pero humilde, cuyo futuro empezaba a ser muy oscuro. La llegada de Manolo no parecía solucionar nada, su primer año fue catastrófico coqueteando con los puestos de descenso, pero su empeño en el proyecto, devolvió 10 años después al club a donde se merece.
Un grande como persona y profesional al que se le dice hasta pronto.
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