Era el 7 de abril de 2005,
cuando Iván Ergic, quiso destapar al mundo esa imagen del futbol que considera
nociva, arcaica y máquina de no hacer prisioneros. La pequeña gran crítica al
capitalismo hizo variar el tono de voz a Kurt Aeschbacher. La entrevista ya no
iba por sus cauces. Había nacido en la televisión pública suiza, uno de esos
futbolistas de izquierdas que no aparece en la foto por haberse movido.
Para él, el sueño del
futbolista ha sido sustituido por el sueño americano: “El fútbol, como otros
deportes altamente profesionalizados, sirve para entender y para mostrar a las
clases más pobres que tienen las mismas oportunidades que el resto de ser ricos
y famosos. Es la manera más pérfida de ser explotado, no solo con un propósito
ideológico, sino como propaganda de un cuento de hadas donde se puede huir de
la miseria. Así, la industria del futbol se beneficia de aquellos que no pueden
tener lo más básico. Ese cuento de hadas sirve para engañar a niños que viven
en la pobreza y que nunca podrán acceder a la educación que necesitan para ser
médicos, abogados o banqueros. Y no se quejarán por ello”.
Jorge Valdano, la izquierda
madridista, con su frase “el futbol es la cosa más importante de las cosas menos
importantes”, implora a la crítica subyacente. Fijaos en el esquema que ha
utilizado: fútbol – cosa, cosa – cosas, más importante - menos importante. ¿Que
está diciendo? De la ideología al propósito, del dinero a la realidad, de un
sueño a un producto. Ni como vida, ni como actividad física. Apegado al
negocio, ha vendido sus principios. No llamen fútbol a eso. Es un tentáculo del
aparato.
Si hemos considerado todo esto, y si nuestras condiciones de vida nos permiten elegir cualquier profesión que queramos, podemos adoptar aquélla que nos asegure el mayor bien, un bien basado en ideas de cuya verdad estemos por completo convencidos, que nos ofrezca el abanico más amplio desde el que trabajar para la humanidad, y que nos permita acercarnos verdaderamente al propósito general para el que toda profesión no es más que un medio –la perfección.
Bien es aquello que más eleva a un hombre, aquello que imprime la más alta nobleza a sus acciones y a sus empresas, aquello que lo hace invulnerable, admirado por la multitud y elevado por encima de ella.
Pero el bien sólo puede garantizarlo una profesión en la cual no seamos herramientas serviles, una profesión en la que actuemos independientemente dentro de nuestra esfera. Sólo puede garantizarlo una profesión que no exija actos reprensibles, incluso aunque sean reprensibles sólo en apariencia, una profesión que los mejores puedan ejercer con noble orgullo. Una profesión que garantice esto en su más alto nivel no siempre es la más elevada, pero sí es siempre preferible.
Pero igual que una profesión que no nos garantiza el bien nos degrada, una profesión basada en ideas que más tarde reconocemos como falsas nos hará sucumbir bajo su carga.
“Convierte a los futbolistas
en una ficción. Cada vez importa menos lo que ocurre en el terreno de juego… al
final, no hay diferencia entre un futbolista y un personaje de Disney. El
jugador es un producto y el aficionado es un consumidor. La profesionalización
los ha separado completamente”. El aficionado de hoy es un sujeto pasivo
subordinado a un ciclo de negocio en que ni participa ni decide. Es cliente.
Ergic, lleva tiempo
denunciando como el balompié profesional mata al diferente. En el periódico
serbio Politika, el más antiguo y prestigioso de los Balcanes, mantiene una columna
desde diciembre de 2008 que merece la pena leer.
Una visión que invita a
replantearse el modelo entero desde el inicio. Camina fuera de la línea de
banda que marca el negocio.
Sin duda alguna el fútbol se ha convertido en un puro negocio, tanto aficionado como futbolista han pasado a un segundo plano, tomando el relevo "televisiones" y directivos.
ResponderEliminarÉstos últimos son los que deciden cuando, como y por qué se juega si es necesario, sin importarles las opiniones de los principales artífices de este deporte-negocio, que el día menos pensado puede venirse abajo cual débil castillo de naipes.
Un saludo
Ergic, lleva tiempo denunciando como el balompié profesional mata al diferente. Y creo que esa denuncia tambien lleva haciendose en blog como este.
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