sábado, 24 de octubre de 2015

Un futbolista proletario en un fútbol capitalista

La historia de Benoit Assou-Ekotto podría catalogarse de inédita, al menos tratándose de un jugador que degusta las mieles de la élite. Y es que para todos aquellos que no sabían ubicar a este espécimen, quizás ahora puedan comprenderlo mejor. El lateral izquierdo del Saint-Étienne, su actual equipo, ve la práctica del fútbol como una manera de ganarse la vida, un camino que comenzó a labrarse en el Lens junto a su hermano Mathieu.

De madre francesa y padre camerunés, Francia vio nacer a un joven chico que pronto descubrió que su empeño era más práctico si lo focalizaba hacia el fútbol antes que hacia los estudios. Gozaba del don de los futbolistas y era una forma rápida de labrarse la vida.

“Cuando se hizo definitivo para mí fue a los 16 años, cuando me expulsaron de la escuela porque ya no estaba prestando atención. No tenía nada que hacer y esto forma parte de mi actitud hacia el fútbol. Le doy lo mejor de mí, siendo tan eficiente y profesional, porque es todo lo que tengo”.

Y si quedaban dudas de si a Benoit Assou-Ekotto no le apasiona el fútbol, fue claro en unas declaraciones al diario ‘The Guardian’: “No es más que un trabajo. Si, es bueno, es un buen trabajo y no digo que no me guste, pero no es mi pasión”, confesó. Una sinceridad chirriante para el aficionado al deporte rey, pero llena de realidad aplastante desde el punto de vista laboral.

Tachado de poco profesional, sale al paso de las críticas. “Llego por la mañana al campo de entrenamiento a las 10:30 horas y empiezo a ser profesional. Termino a la una y no juego al fútbol después. Cuando estoy en el trabajo, hago mi trabajo 100%. Pero luego, soy un turista”.

El presidente del Lens, Gervais Martel, llegó a catalogarlo como ‘mercenario’, acusándole de no sentir la camiseta que llevaba. Por supuesto, a Benoit no le importaba el color rojo del equipo francés, ni el blanco del Tottenham, ni el antiguo azul del Queens Park Rangers, ni el verde del Saint-Étienne, a pesar de coincidir con el de los billetes. Y más aún cuando lo primero que se hace en un acuerdo es hablar de dinero. “Todas las personas, todo el mundo, cuando van a un puesto de trabajo, es por el dinero”, confiesa.

Dinero, que atrás a dejado campos embarrados, espectadores de pie en una grada inexistente de asientos, futbolistas que hacían de utileros y compraban un par de botas para poder disfrutar de una pasión cuya única finalidad era la de marcar más goles que el rival y olvidarse durante 90 minutos de todo cuanto lo rodeaba. Para Benoit, que ha vivido en sus carnes el poderío de la Premier League y, por ende, la ostentosidad de un club que se ha movido por el viejo continente, sintió que todo “era una película”, un prisma irreal que muchos futbolistas han denunciado. El último, Víctor Valdés.

“Los futbolistas se dan demasiada importancia. Ganamos 100.000 o 200.000 euros a la semana, pero no hacemos nada para mejorar el mundo. No hemos inventado el agua caliente. Sólo damos patadas a un balón", dice. Tampoco le gustan los coches caros. Tuvo un Bentley, pero se deshizo pronto de él, cuando se dio cuenta de que su valor descendía desde el mismo momento en que lo sacó del concesionario. Ahora conduce un Smart y colecciona Ford Mustang, porque su valor siempre va a aumentar. Y, en cuanto a las mujeres, prefiere seguir con su novia de toda la vida. "No me interesa una modelo que ha estado con 255 hombres. No quiero una chica que hayan tocado futbolistas del Fulham o del Chelsea", asegura.

“El mundo del fútbol no es bueno. Hay gente que te rodea sólo porque juegas al fútbol”, expresó. Un ejemplo más del precio que hay que pagar por la fama, en gran medida por la sobrexposición. La normalidad, que pocos la resaltan, sí que es un lujo para el camerunés.

Pero la historia no concluye con todas estas declaraciones. Hasta se atreve a hablar de amistad en un vestuario. Y es que en la ficción del fútbol hay protagonistas y figurantes, una pose que ha rechazado el lateral dentro del vestuario. Existe la simpatía y el buen ambiente pero la amistad no se explaya fuera del vestuario.

“Yo no llamo a los futbolistas en mi equipo. Yo no creo en la amistad en el fútbol”, confesó. Solamente, Abdel Taarabt, aquel futbolista marroquí que se ha ido diluyendo por Europa, es el mayor “regalo”.

Y no es que Benoit Assou-Ekotto viva fuera de esa esfera llamada balón. Es una diferencia que no entendemos como profesión sino más bien como pasión, una muestra más de que no estamos preparados para oír ciertas cosas.  Nuestro mundo es idéntico al del resto y lo ajeno es señalado y repudiado. Ha sido capaz de explotar la burbuja. Vista la visión de Ekotto, muchos que no tengan ningún tipo de apego por el fútbol, no les importaría vivir en esas condiciones laborales. Benditas condiciones dirán algunos. Pero si uno se queda con el dinero, poco habrá entendido todo lo que se acaba de escribir.

Uno solo puede mostrar admiración por aquel que no escondió sus ideas. Que no ha despreciado este nuestro deporte. Se ha apoyado en él cuando lo necesitaba. No ha querido vivir la detestable vida de algunos futbolistas. Todo lo contrario. Quieren que le recuerden como algo más que un jugador de fútbol, y por esta razón tiene una fundación, BAE 32, con la que pretende ayudar a los jóvenes. Es consciente de que el fútbol ha reconducido su vida. “Podía haber acabado muerto o en la cárcel”, concluyó.

3 comentarios:

  1. Todo un ejemplo a tener en cuenta.
    Saludos ¡

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  2. Es totalmente lícita la visión del mundo del fútbol de Ekotto. No todos los futbolistas son apasionados del balón, ni todos viven pendiente de él. Quién muestra más respeto por este deporte Ekotto o Ronaldinho?

    Un saludo

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  3. Te pongo un enlace en mi blog.

    Un saludo!

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