Se había dicho
adiós a una mala racha fruto de magia negra o de una
cuestión meramente psicológica. La
gitana accedió a las plegarias y un liberado Derby Country se alzó con su
primer trofeo en la historia, no sin sufrimiento, al tener que esperar la
prórroga para vencer por 4-1.
Medio siglo había pasado
desde que los gitanos fuesen expulsados y esta era la cuarta final de la FA
Cup. Era 1946, el Charlton Athletic esperaba como rival en Wembley y antes de
la disputa del partido, era tal los murmullos del tendido que varios jugadores acudieron a otra gitana para de una vez por todas acabar
con el temido mal de ojo que el club arrastraba años atrás.
Sutil como la seducción, en
el sueño del sueño se había entrado, el origen ahí tal vez hallará la razón. Los
más excéntricos comenzaban a creer fehacientemente en la maldición que los
gitanos lanzaron al Baseball Ground. De no librarse del maleficio, no lograrían
jamás nada en el fútbol. Era un hecho. Los años venideros no serían más lisonjeros
para un club que jugueteaba con algún descenso y la propia desaparición
institucional, en vez de por la lucha de títulos.