Quizás no lo queramos ver o simplemente nunca nos hayamos parado a
pensarlo, pero boxeo y fútbol no son deportes tan diferentes entre sí. A
las 16:00 hora peninsular en el Vicente Calderón tendréis un claro
ejemplo de ello. Segundo asalto1 ¿curiosa palabra verdad?
En 2007 los Reyes Magos debieron haber traído carbón a Luis Fabiano y Diogo
de haber sabido lo que estos dos iban a hacer un día después de que se
marcharan a Oriente. La Romareda fue insólito testigo del ring en que se había convertido el verde tras un esperpento enfrentamiento2 entre dos
futbolistas que dejó conmocionada a la Liga por unos días. El delantero
brasileño del Sevilla y el lateral uruguayo del Zaragoza, en aquel entonces, se enzarzaron al
final del partido en un cutre combate de boxeo callejero. Agarrones, cabezazos,
insultos y puñetazos al aire que se saldaron con una sanción de cinco partidos
sin jugar para ambos jugadores. Pero no será la sanción quien perdure en el
recuerdo de los aficionados sino la imagen de ambos jugadores pegándose como dos boxeadores de los
malos.
Una contienda3 que nada tiene que envidiar a las vividas en
los últimos tiempos. Las disputas4 entre
colchoneros y merengues por noquear5 al eterno rival en la
lucha6 por la Liga se empiezan a hacer cada vez más frecuentes.
Luego sucede esto http://golypunto.blogspot.com.es/2015/01/la-bota-de-arda.html y comienzas a creer que existe un denominador común, claro que después http://golypunto.blogspot.com.es/2015/01/analisis-desde-el-sillon-xx-xiv-xv.html la teoría se desmorona volviendo al principio de la cuestión, todo, no lo olvidemos, bajo
la sombra del periodismo al que nos están acostumbrando http://golypunto.blogspot.com.es/2015/01/this-is-periodismo-con-bufanda.html.
Mire la foto con detenimiento, no es suficiente, otra vez, deléitate, imprégnate, ¿sigues viendo a Luis Fabiano y Diogo? Con fuerza, debes entrar dentro de ella, cuando lo logres, no veras dos futbolistas, sí, sorprendente ¿verdad?.
No podía ser menos y el día de hoy nos ha dejado otra vez un partido pasado patadas, codazos y un cierto tinte de manipulación. Pero oye 4-0, ni me lo creo todavía.
ResponderEliminarHoy hemos comprobado, en el derby, el daño que puede hacer el "jabón" desmesurado y la propaganda gratuita en algunos jugadores. Creen que por ponerse una camiseta con un escudo ya está todo el camino andado; que vas a ganar de calle por el miedo que infundes en el rival. Eso, afortunadamente, no funciona así. Al fútbol se juega en el campo, no en las portadas de las "hojas parroquiales" que venden humo.
ResponderEliminarCreerte un crack porque te estén continuamente adulando no tiene nada que ver con serlo.
Cuando oyes, día tras día, lo de que "eres el mejor del mundo es tu puesto", al final te lo acabas creyendo.
Lo que pasa es que cuando te ponen en tu sitio se te desmorona el castillo de naipes y quedas con las vergüenzas al aire.
Que conste que este discurso no se refiere a ningún jugador en concreto del Madrid (auqnue vale para unos cuantos).
Llevamos oyendo meses, de boca de los mercenarios aduladores habituales, que el Madrid tiene la MEJOR PLANTILLA DEL MUNDO y de toda su historia.
No será para tanto cuando los "suplentes" no dan el "nivel" que requiere un equipo de élite y en el momento que tienen que asumir responsabilidades hacen el ridículo más espantoso.
Lo de "suplentes" entre comillas, pues hoy, por lo que dicen (yo no los vi en los 90 minutos) en el campo estaba la incuestionable BBC florentiniana, megacracks que deberían tirar del carro cuando las cosas se tuercen, como se les exigen a "otros" cuando su equipo no juega bien.
Estoy ansioso por ver si los "medios" madridistas de la capital (o sea, todos) exigen a sus cracs responsabilidades por el descalabro, como se lanzan a exigir a Messi cuando el Barça "pincha" (nuevamente el infame y habitual "doble rasero"). .
Lo dudo mucho. Oyendo la tibieza de las preguntas "periodísticas", en la rueda de prensa posterior al partido, calculo que, como siempre, se evitará hacer sangre. Se huirá de la censura, y se esperará a que vengan tiempos mejores para volver a la adulación desmesurada y empalagosa ante cualquier logro por insignificante que sea.
Es lo que hay.